ELERA ROSPIGLIOSI YULIANA EVELYN

martes, 13 de septiembre de 2011

BUENAS ACCIONES NO ES SINÓNIMO DE BUENAS INTENCIONES

¿Sabios o Ignorantes?

No quieras saber todo de todos, con lo esencial puedes ser felíz. El arbol de la sabiduría está prohibida para los hombres, cuán feliz viviéramos si Eva no hubiera sido tan curiosa y Adán tan vulnerable. No seamos ciegos e ignorantes de la realidad, pero tampoco escrupulosos y minuciosos en conocer los detalles. Vale la pena acaso si saberlo te hace sentir menos, si habiendo sabido sólo el hecho ya eras felíz. Muchas de las mejores acciones del mundo han sido con malas intenciones; por ejemplo, la computadora que fue inventada para descifrar los movimientos del enemigo en la segunda guerra mundial. Y sin ir muy lejos demos un vistazo a nuestro Perú:
Ollanta Humala cambió la estuctura de su partido completamente izquierdista para obtener mayor aceptación.
Beto Torres realizó un sin número de obras para su obvia reelección.
César (mi amigo) hizo una donación a la Teletón de s/.15 soles para hacer quedar mal a un chico (que hizo una donación de 0.50 céntimos) frente a una chica que les gusta a ambos. 
 Buenas acciones no son sinónimo de buenas personas, el saber el itinerario completo de una persona no asume la idea de conocerla, la sabiduría no es igual a la felicidad.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Cambios Molestos

Nos aprehendemos del pasado tan aguerridamente, estamos tan acostumbrados a nuestra vida, que un cambio por minúsculo que sea; desacomoda toda nuestra vida rutinaria, así sea insignificante nos provoca fastidio y molestia.
Adaptarnos es nuesra mejor solución y no esclavizarnos a nuestros hábitos, debemos vivir las variedades que nos ofrece la vida, recordemos que sólo tenemos una, ¿Por qué no probar cosas nuevas?

viernes, 22 de abril de 2011

CONSULTA ELECTORAL: ¿A quién debemos creer?

LEÓN TRAHTEMBERG
León Trahtemberg (Lima, 1951) es egresado de la Universidad Nacional de Ingeniería (Perú) y de la Maestría en Administración de Empresas por la Universidad del Pacífico. Además, realizó una especialización en Administración de la Educación en la Universidad de Lima y obtuvo un Magister en Educación en la Universidad Hebrea de Jerusalem. Fue profesor y director general del Colegio judío León Pinelo entre 1984 y 2008. Es consultor, conferencista y comunicador social sobre temas relacionados con educación y responsabilidad social. Autor de 14 libros, colabora regularmente con publicaciones de su país y del extranjero.

Cortesía "DIARIO DE ÁMERICA" Periódico de Opinión
http://www.diariodeamerica.com/front_notas_list.php?id_autor=88&pagina_actual=1
 
CONSULTA ELECTORAL: ¿A quién debemos creer?
Yuliana Evelyn Elera Rospigliosi 
 
Tenemos una gran preocupación y desconcierto
por los resultados electorales, los candidatos
actuales realmente asustan, ¿a quién debemos 
creer?, soy estudiante de educación y tanto mis 
compañeros como profesores hablan una y otra 
cosa sobre los candidatos (en contra y en favor
a su gusto). Quisiera saber cuál es su punto de 
vista y que repercuciones nos va a traer la 
elección de uno u otro, o si es que tenemos 
alguna otra salida. 
gracias
 
León Trahtemberg
 
Estimada Yuliana
Medio Perú está en la misma confusión que la suya
Nunca me ha gustado sugerir dirección de voto alguno,
porque quien vota tiene que asumir las consecuencias de
sus votos. Hay que analizar los pro y contras de cada
candidato, sus congresistas, riesgos y oportunidades, y
decidir a conciencia.
Suerte para los peruanos
León Trahtemberg 

domingo, 17 de abril de 2011

En las dificultades solo mira al cielo y a...

En las dificultades solo mira al cielo y a la creación de Dios y recuerda que no estas solo, sonríe porque hay miles de razones para ser feliz, para qué perder el corto tiempo que tenemos de vida en centrarnos en los problemas dificultades y angustias, concéntrate en las alegrías, disfrutar de la vida, el amor.. te daras cuenta que así todo lo demás se ve minúsculo y las soluciones vienen por sí solas.

Recuerda:

"La voluntad de Dios no te llevará donde la Gracia de Dios no  te proteja"

miércoles, 13 de abril de 2011

Las cosas no siempre son como parecen

Las cosas no siempre son lo que parecen y muchas veces nuestro estado de ánimo nos hace ver las cosas de una forma alejada a la realidad. No apresuremos nuestras conclusiones y tratemos de relajarnos y ver de manera objetiva el panorama, nos daremos cuenta de cuán veraz es lo que imaginamos y estaremos abiertos a escuchar explicaciones y diferentes puntos de vista.
Recomendaciones :
  •  No apresures tus conclusiones
  • calma, no desesperes
  • ¿tienes razones para desesperarte?
  • ¿sabias que existen 1000 (mil) posibilidades más de cosas que pueden haber pasado además de la que tú ya imaginas?
  • espera a las explicaciones, mientras tanto distraete en alguna otra cosa hasta que suceda
  • no acuses, no juzgues, no señales ni supongas antes de que te diga nada
  • ten confianza, demuestra seguridad
  • da tiempo a que termine la explicacion que te tenga(n) que dar sin interrupciones
  • saca tu cuenta de la credibilidad de los argumentos, sin exagerar
  • ¿todo era como te lo imaginabas?
  • si tienes aún alguna duda pregunta de buena manera
  • a estas alturas ya debes tener una conclusión de la credibilidad
  • si tu conclusión es negativa, no precipites tu decisión
  • date tiempo para que tengas la mente tranquila, fresca y sin perturbaciones emocionales o de cualquier tipo que afecte tu decisión
  • permítete tener una actitud serena, para facilitar el diálogo
  • sin alterarte comunica tu resolución y también la explicación
  • las explicaciones permiten el esclarecimiento de la verdad
  • abrir el diálogo denota una forma madura de solucionar los problemas y no agravarlos.

viernes, 1 de abril de 2011

Fragmentos del discurso de Mario Vargas Llosa: "Elogio de la lectura y la ficción"

Mario Vargas Llosa

Discurso Nobel
7 diciembre de 2010


La lectura convertía el sueño en vida y la vida en sueño y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura. Mi madre me contó que las primeras cosas que escribí fueron continuaciones de las historias que leía pues me apenaba que se terminaran o quería enmendarles el final. Y acaso sea eso lo que me he pasado la vida haciendo sin saberlo: prolongando en el tiempo, mientras crecía, maduraba y envejecía, las historias que llenaron mi infancia de exaltación y de aventuras...

No era fácil escribir historias. Al volverse palabras, los proyectos se marchitaban en el papel y las ideas e imágenes desfallecían. ¿Cómo reanimarlos? Por fortuna, allí estaban los maestros para aprender de ellos y seguir su ejemplo. Flaubert me enseñó que el talento es una disciplina tenaz y una larga paciencia. Faulkner, que es la forma –la escritura y la estructura– lo que engrandece o empobrece los temas. Martorell, Cervantes, Dickens, Balzac, Tolstoi, Conrad, Thomas Mann, que el número y la ambición son tan importantes en una novela como la destreza estilística y la estrategia narrativa. Sartre, que las palabras son actos y que una novela, una obra de teatro, un ensayo, comprometidos con la actualidad y las mejores opciones, pueden cambiar el curso de la historia. Camus y Orwell, que una literatura desprovista de moral es inhumana y Malraux que el heroísmo y la épica cabían en la actualidad tanto como en el tiempo de los argonautas, la Odisea y la Ilíada...

Por el contrario, gracias a la literatura, a las conciencias que formó, a los deseos y anhelos que inspiró, al desencanto de lo real con que volvemos del viaje a una bella fantasía, la civilización es ahora menos cruel que cuando los contadores de cuentos comenzaron a humanizar la vida con sus fábulas. Seríamos peores de lo que somos sin los buenos libros que leímos, más conformistas, menos inquietos e insumisos y el espíritu crítico, motor del progreso, ni siquiera existiría. Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida. Quien busca en la ficción lo que no tiene, dice, sin necesidad de decirlo, ni siquiera saberlo, que la vida tal como es no nos basta para colmar nuestra sed de absoluto, fundamento de la condición humana, y que debería ser mejor. Inventamos las ficciones para poder vivir de alguna manera las muchas vidas que quisiéramos tener cuando apenas disponemos de una sola.
Sin las ficciones seríamos menos conscientes de la importancia de la libertad para que la vida sea vivible y del infierno en que se convierte cuando es conculcada por un tirano, una ideología o una religión. Quienes dudan de que la literatura, además de sumirnos en el sueño de la belleza y la felicidad, nos alerta contra toda forma de opresión, pregúntense por qué todos los regímenes empeñados en controlar la conducta de los ciudadanos de la cuna a la tumba, la temen tanto que establecen sistemas de censura para reprimirla y vigilan con tanta suspicacia a los escritores independientes. Lo hacen porque saben el riesgo que corren dejando que la imaginación discurra por los libros, lo sediciosas que se vuelven las ficciones cuando el lector coteja la libertad que las hace posibles y que en ellas se ejerce, con el oscurantismo y el miedo que lo acechan en el mundo real. Lo quieran o no, lo sepan o no, los fabuladores, al inventar historias, propagan la insatisfacción, mostrando que el mundo está mal hecho, que la vida de la fantasía es más rica que la de la rutina cotidiana. Esa comprobación, si echa raíces en la sensibilidad y la conciencia, vuelve a los ciudadanos más difíciles de manipular, de aceptar las mentiras de quienes quisieran hacerles creer que, entre barrotes, inquisidores y carceleros viven más seguros y mejor.
La buena literatura tiende puentes entre gentes distintas y, haciéndonos gozar, sufrir o sorprendernos, nos une por debajo de las lenguas, creencias, usos, costumbres y prejuicios que nos separan. Cuando la gran ballena blanca sepulta al capitán Ahab en el mar, se encoge el corazón de los lectores idénticamente en Tokio, Lima o Tombuctú. Cuando Emma Bovary se traga el arsénico, Anna Karenina se arroja al tren y Julián Sorel sube al patíbulo, y cuando, en El Sur, el urbano doctor Juan Dahlmann sale de aquella pulpería de la pampa a enfrentarse al cuchillo de un matón, o advertimos que todos los pobladores de Comala, el pueblo de Pedro Páramo, están muertos, el estremecimiento es semejante en el lector que adora a Buda, Confucio, Cristo, Alá o es un agnóstico, vista saco y corbata, chilaba, kimono o bombachas. La literatura crea una fraternidad dentro de la diversidad humana y eclipsa las fronteras que erigen entre hombres y mujeres la ignorancia, las ideologías, las religiones, los idiomas y la estupidez...

Y la verdad es que debo a Francia, a la cultura francesa, enseñanzas inolvidables, como que la literatura es tanto una vocación como una disciplina, un trabajo y una terquedad... Pero, acaso, lo que más le agradezco a Francia sea el descubrimiento de América Latina. Allí aprendí que el Perú era parte de una vasta comunidad a la que hermanaban la historia, la geografía, la problemática social y política, una cierta manera de ser y la sabrosa lengua en que hablaba y escribía. Y que en esos mismos años producía una literatura novedosa y pujante. Allí leí a Borges, a Octavio Paz, Cortázar, García Márquez, Fuentes, Cabrera Infante, Rulfo, Onetti, Carpentier, Edwards, Donoso y muchos otros, cuyos escritos estaban revolucionando la narrativa en lengua española y gracias a los cuales Europa y buena parte del mundo descubrían que América Latina no era sólo el continente de los golpes de Estado, los caudillos de opereta, los guerrilleros barbudos y las maracas del mambo y el chachachá, sino también ideas, formas artísticas y fantasías literarias que trascendían lo pintoresco y hablaban un lenguaje universal.
De entonces a esta época, no sin tropiezos y resbalones, América Latina ha ido progresando, aunque, como decía el verso de César Vallejo, todavía Hay, hermanos, muchísimo que hacer...

Un compatriota mío, José María Arguedas, llamó al Perú el país de “todas las sangres”. No creo que haya fórmula que lo defina mejor. Eso somos y eso llevamos dentro todos los peruanos, nos guste o no: una suma de tradiciones, razas, creencias y culturas procedentes de los cuatro puntos cardinales...

Detesto toda forma de nacionalismo, ideología –o, más bien, religión– provinciana, de corto vuelo, excluyente, que recorta el horizonte intelectual y disimula en su seno prejuicios étnicos y racistas, pues convierte en valor supremo, en privilegio moral y ontológico, la circunstancia fortuita del lugar de nacimiento. Junto con la religión, el nacionalismo ha sido la causa de las peores carnicerías de la historia, como las de las dos guerras mundiales y la sangría actual del Medio Oriente. Nada ha contribuido tanto como el nacionalismo a que América Latina se haya balcanizado, ensangrentado en insensatas contiendas y litigios y derrochado astronómicos recursos en comprar armas en vez de construir escuelas, bibliotecas y hospitales.
No hay que confundir el nacionalismo de orejeras y su rechazo del “otro”, siempre semilla de violencia, con el patriotismo, sentimiento sano y generoso, de amor a la tierra donde uno vio la luz, donde vivieron sus ancestros y se forjaron los primeros sueños, paisaje familiar de geografías, seres queridos y ocurrencias que se convierten en hitos de la memoria y escudos contra la soledad. La patria no son las banderas ni los himnos, ni los discursos apodícticos sobre los héroes emblemáticos, sino un puñado de lugares y personas que pueblan nuestros recuerdos y los tiñen de melancolía, la sensación cálida de que, no importa donde estemos, existe un hogar al que podemos volver...

Una mañana piurana, de la que todavía no creo haberme recobrado, mi madre me reveló que aquel caballero, en verdad, estaba vivo. Y que ese mismo día nos iríamos a vivir con él, a Lima. Yo tenía once años y, desde entonces, todo cambió. Perdí la inocencia y descubrí la soledad, la autoridad, la vida adulta y el miedo. Mi salvación fue leer, leer los buenos libros, refugiarme en esos mundos donde vivir era exaltante, intenso, una aventura tras otra, donde podía sentirme libre y volvía a ser feliz. Y fue escribir, a escondidas, como quien se entrega a un vicio inconfensable, a una pasión prohibida. La literatura dejó de ser un juego. Se volvió una manera de resistir la adversidad, de protestar, de rebelarme, de escapar a lo intolerable, mi razón de vivir. Desde entonces y hasta ahora, en todas las circunstancias en que me he sentido abatido o golpeado, a orillas de la desesperación, entregarme en cuerpo y alma a mi trabajo de fabulador ha sido la luz que señala la salida del túnel, la tabla de salvación que lleva al náufrago a la playa...

“Escribir es una manera de vivir”, dijo Flaubert. Sí, muy cierto, una manera de vivir con ilusión y alegría y un fuego chisporroteante en la cabeza, peleando con las palabras díscolas hasta amaestrarlas, explorando el ancho mundo como un cazador en pos de presas codiciables para alimentar la ficción en ciernes y aplacar ese apetito voraz de toda historia que al crecer quisiera tragarse todas las historias. Llegar a sentir el vértigo al que nos conduce una novela en gestación, cuando toma forma y parece empezar a vivir por cuenta propia, con personajes que se mueven, actúan, piensan, sienten y exigen respeto y consideración, a los que ya no es posible imponer arbitrariamente una conducta, ni privarlos de su libre albedrío sin matarlos, sin que la historia pierda poder de persuasión, es una experiencia que me sigue hechizando como la primera vez, tan plena y vertiginosa como hacer el amor con la mujer amada días, semanas y meses, sin cesar...

La literatura es una representación falaz de la vida que, sin embargo, nos ayuda a entenderla mejor, a orientarnos por el laberinto en el que nacimos, transcurrimos y morimos. Ella nos desagravia de los reveses y frustraciones que nos inflige la vida verdadera y gracias a ella desciframos, al menos parcialmente, el jeroglífico que suele ser la existencia para la gran mayoría de los seres humanos, principalmente aquellos que alentamos más dudas que certezas, y confesamos nuestra perplejidad ante temas como la trascendencia, el destino individual y colectivo, el alma, el sentido o el sinsentido de la historia, el más acá y el más allá del conocimiento racional.
Siempre me ha fascinado imaginar aquella incierta circunstancia en que nuestros antepasados, apenas diferentes todavía del animal, recién nacido el lenguaje que les permitía comunicarse, empezaron, en las cavernas, en torno a las hogueras, en noches hirvientes de amenazas –rayos, truenos, gruñidos de las fieras–, a inventar historias y a contárselas. Aquel fue el momento crucial de nuestro destino, porque, en esas rondas de seres primitivos suspensos por la voz y la fantasía del contador, comenzó la civilización, el largo transcurrir que poco a poco nos humanizaría y nos llevaría a inventar al individuo soberano y a desgajarlo de la tribu, la ciencia, las artes, el derecho, la libertad, a escrutar las entrañas de la naturaleza, del cuerpo humano, del espacio y a viajar a las estrellas. Aquellos cuentos, fábulas, mitos, leyendas, que resonaron por primera vez como una música nueva ante auditorios intimidados por los misterios y peligros de un mundo donde todo era desconocido y peligroso, debieron ser un baño refrescante, un remanso para esos espíritus siempre en el quién vive, para los que existir quería decir apenas comer, guarecerse de los elementos, matar y fornicar. Desde que empezaron a soñar en colectividad, a compartir los sueños, incitados por los contadores de cuentos, dejaron de estar atados a la noria de la supervivencia, un remolino de quehaceres embrutecedores, y su vida se volvió sueño, goce, fantasía y un designio revolucionario: romper aquel confinamiento y cambiar y mejorar, una lucha para aplacar aquellos deseos y ambiciones que en ellos azuzaban las vidas figuradas, y la curiosidad por despejar las incógnitas de que estaba constelado su entorno.
Ese proceso nunca interrumpido se enriqueció cuando nació la escritura y las historias, además de escucharse, pudieron leerse y alcanzaron la permanencia que les confiere la literatura. Por eso, hay que repetirlo sin tregua hasta convencer de ello a las nuevas generaciones: la ficción es más que un entretenimiento, más que un ejercicio intelectual que aguza la sensibilidad y despierta el espíritu crítico. Es una necesidad imprescindible para que la civilización siga existiendo, renovándose y conservando en nosotros lo mejor de lo humano. Para que no retrocedamos a la barbarie de la incomunicación y la vida no se reduzca al pragmatismo de los especialistas que ven las cosas en profundidad pero ignoran lo que las rodea, precede y continúa. Para que no pasemos de servirnos de las máquinas que inventamos a ser sus sirvientes y esclavos. Y porque un mundo sin literatura sería un mundo sin deseos ni ideales ni desacatos, un mundo de autómatas privados de lo que hace que el ser humano sea de veras humano: la capacidad de salir de sí mismo y mudarse en otro, en otros, modelados con la arcilla de nuestros sueños.
De la caverna al rascacielos, del garrote a las armas de destrucción masiva, de la vida tautológica de la tribu a la era de la globalización, las ficciones de la literatura han multiplicado las experiencias humanas, impidiendo que hombres y mujeres sucumbamos al letargo, al ensimismamiento, a la resignación. Nada ha sembrado tanto la inquietud, removido tanto la imaginación y los deseos, como esa vida de mentiras que añadimos a la que tenemos gracias a la literatura para protagonizar las grandes aventuras, las grandes pasiones, que la vida verdadera nunca nos dará. Las mentiras de la literatura se vuelven verdades a través de nosotros, los lectores transformados, contaminados de anhelos y, por culpa de la ficción, en permanente entredicho con la mediocre realidad. Hechicería que, al ilusionarnos con tener lo que no tenemos, ser lo que no somos, acceder a esa imposible existencia donde, como dioses paganos, nos sentimos terrenales y eternos a la vez, la literatura introduce en nuestros espíritus la inconformidad y la rebeldía, que están detrás de todas las hazañas que han contribuido a disminuir la violencia en las relaciones humanas. A disminuir la violencia, no a acabar con ella. Porque la nuestra será siempre, por fortuna, una historia inconclusa. Por eso tenemos que seguir soñando, leyendo y escribiendo, la más eficaz manera que hayamos encontrado de aliviar nuestra condición perecedera, de derrotar a la carcoma del tiempo y de convertir en posible lo imposible.

Estocolmo, 7 de diciembre de 2010.

Para leer el discurso Nobel completo de Mario Vargas Llosa: Elogio de la lectura y la ficción aquí les dejo una página http://nobelprize.org/nobel_prizes/literature/laureates/2010/vargas_llosa-lecture_sp.pdf

Para ver y escuchar el video del discurso nobel completo de Mario Vargas Llosa: Elogio de la lectura y la ficción aquí les dejo una página 
Primera parte
Segunda parte
Tercera parte

martes, 29 de marzo de 2011

Alicaída y pensativa divago en un piélago de dudas

Sabes ¿cuándo una persona en serio se siente derrotada?
Es cuando das y das y das lo mejor de ti y todo tu esfuerzo porque todo salga bien, para que todo sea mejor, pero al final del día nada tuvo frutos. No sirvió de nada tu esfuerzo ni todo lo que hiciste.
Son grandes las espéctativas pero pocos los resultados, te hace perder poco a poco la esperanza, las ganas de seguir luchando ¿ya para qué? ¿No sería mejor olvidarlo todo? ¡Estar cansada! tan deprimida, es querer dejarlo todo, nada importa ya, ¿por qué debo seguir tratando por algo o alguien que no tiene caso? Te defraudas porque no crees recibir lo que mereces, crees que vales mejores atenciones pero los demás no lo ven así, al parecer. Esos momentos en que piensas que mejor hubiera sido quedarte en cama todo el día, no haber hecho tanto si los resultados iban a ser los mismos, en que ¿para qué vivir si te van a tratar así?, Y por qué no irse de viaje, olvidar a los demás, vivir para sí mismo ¡cierto! ¿por qué no hacerlo?, porque te sientes completamente vacío sin eso, sin ellos, porque no queremos una vida bohemia, porque el temor de quedarnos solos es mucho más grande, porque todo eso, todos ellos son muy importantes para nosotros.
Ya no sentir la vida como la pintaste, como la imaginaste, como quizá alguna vez tuviste; escuchas decir "todo tiempo pasado fue mejor" y sueles pensar ¡Sí! porque estás rodeado y muchas veces te sientes tan solo(a), las lágrimas inundan tus ojos y si te descuidas navegan por tus mejillas; sólo queda esbozar una tímida sonrisa y fingir que todo está bien, el final del día suele ser tu desahogo y un piélago de preguntas rondan tu mente ¡¿por qué yo?!,¡¿por qué a mi?! No hay respuestas, solo un completo silencio y vacío, estés donde estés, así te encuentres entre el tumulto, sólo sientes tu llanto romper, muriendo en silencio y esperando alguna migaja de reconocimiento y buen trato para llenarte de dicha por algún tiempo. Sabes muy bien que te mereces muchísimo más pero piensas que "está bien por ahora", crees de momento que todo va a cambiar, que serás feliz nuevamente y que realmente aprendió a valorarte y reconocer tus acciones; todo hasta que tropiezas nuevamente con la realidad y regresas a lo de siempre, a lo rutinario, con tu confidente más confiable como puede ser el silencio y una buena almohada, repitiéndote que tomarás mejores decisiones para el siguiente día, que se hace largo porque nunca llega.

viernes, 25 de marzo de 2011


"Despertamos para vivir, dormimos para descansar, reunir más fuerzas para seguir viviendo, él que vive para descansar, no está viviendo "

El flojo no trabajó en el otoño; ¡cuando llegue el verano buscará, pero nada!
Pro 20, 4

No te acostumbres a dormitar, vendriá la pobreza; ten abiertos los ojos y tendrás pan. Pro 20, 13

martes, 15 de marzo de 2011

¿Quién será nuestro próximo presidente?

¿Quién será nuestro próximo presidente?

Entre tantos candidatos con antecedentes tediosos, debemos elegir cuál hará menos daño al Perú, cual es por una milésima de milímetro más confiable que otros, quién pensará en nosotros, en el Perú, antes que en ellos mismos y su sin fin de mezquindad.

Nuestra condición como ciudadanos está bajando de categoría, el Perú es nuestra cuna, nuestra patria, el país que nos vio nacer y que mediante tradiciones de su pueblo nos formó a lo largo de nuestra vida. El Perú está sufriendo muchos cambios por la presión de este globo terráqueo habitado por seres obstinados en llenarse el saquillo de dinero, mi pregunta es : ¿para que lo quieren? ¿por qué el afán de tener tanto dinero como se les hiciese posible? ¿acaso eso es lo que necesitan para ser felices?

La más sorprendente de las revelaciones está a punto de descubrirse ahora, voy a decirles en exclusiva el mayor de los secretos para ser completamente feliz, sólo necesitan despertar temprano por la mañana exactamente con el pie izquierdo (porque el pie derecho necesita un descanso) poner música y ponerse a cantar y bailar para que se les quite el sueño y tengan todo el ánimo y entusiasmo de continuar el día, báñense y tómense el tiempo que dispongan en peinarse de la forma que más les guste, diviértanse un poco, luego desayunen muy bien lo más rico y saludable posible, no olviden un gran vaso de jugo o alguna fruta, trabajen, estudien, conversen, visiten a sus amigos y familiares, dénse tiempo para sí mismos y para el amor que los rodea, disfruten el día, ¡la vida! es increíble como puede ser de espectacular un día, no sé si sea el último, pero así quiero que sea cada día de mi vida (cambiando de vez en cuando el pie con el despierto claro para que no se fatigue).

Entonces si alguien quiere ser presidente, debe tener en mente eso y hará un buen trabajo, hará que todos podamos hacer posible esto, ¿cuál de nuestros candidatos será ese?

Ya tenemos los candidatos más próximos a alcanzar la presidencia de nuestro Perú, lo cual es un privilegio para cualquier persona; entre ellos tenemos a :
- Alejandro Toledo
- Keiko Fujimori
- Luis Castañeda
- Pedro Pablo Kuczynski
- Ollanta Humala

Hay algo que comentar de cada uno de ellos, ¿cuál merece nuestro voto? Ésta es la opinión de varios compañeros y amigos jóvenes como yo, a los cuales he preguntado, incluida mi opinión.


1.- Alejandro Toledo.- Mantuvo una cierta estabilidad económica durante su gobierno y cumplió varias propuestas económicas también, pero tomemos en cuenta que él que trabajo con él fue PPK, en todo caso, es él quien merece llevarse el crédito también. Toledo tiene una esposa que no siente amor ni respeto por nuestra patria (se llevó propiedad nacional a su cuenta), tampoco valor de mujer (demostrándolo en el caso Saraí), la esposa de Toledo es una gran influencia para él (así como cualquier mujer en su esposo). Pero no podemos dejar de lado que tiene mucho peso el interés y énfasis que pone Toledo por la educación y es sin duda, lo que lo tiene en lo alto de las encuestas. El hecho de que apoye la unión civil homosexual lo cual es completamente malo a la vista de todos nosotros, no por querer meternos en la vida de los homosexuales, los respetamos y todo eso(además es su vida y no nos importa lo ue hagan con ella), pero esa unión legal y civil es el primer paso para que en un futuro tengan la opción de reclamar cupo para la adopción de niños, y ése es un hecho completamente rechazado por todos nosotros, perjudicaría la salud mental del niño si lo ubicáramos en ese tipo de entorno.

2.- Keiko Fujimori.- Cuando es nombrada lo primero que se viene a la mente es que su gobierno será como el de su padre. Sin duda tuvo tantas cosas positivas como fue en las negativas también. La seguridad ciudadana es lo que muchos de nosotros ciudadanos esperamos, estamos seguros que con Keiko recuperaremos eso, sin embargo hay motivos que desalientan a los votantes, por ejemplo; razón poderosa particularmente para mi (ya que soy estudiante de la carrera de educación), es que Keiko no ha expresado de forma clara y pública sus planes para el ámbito educativo, ¿cuáles son las propuestas para los estudiantes y para los docentes? (no queremos que reemplacen al primer docente que tenga alguna objeción frente a su forma de gobierno, ellos sólo buscan mejoras para la educación y retribución para quienes educan nuestra patria). Keiko apoya la pena de muerte para los violadores a manores de edad (para lo cual la iglesia no esta muy de acuerdo con ella).

3.- Luis Castañeda.- Algunos lo nombran como buen alcalde de Lima pero que ahí debe quedar, sin duda ha realizado muchas obras que esperamos que si llega a ser nuestro próximo presidente las haga también, sólo que no queremos que ahí quede, también anhelamos que haga más por los estudiantes, los profesionales, combata la delincuencia y contribuya al progreso de todos, del Perú. No ciudades bonitas con personas sin tener qué comer. Tiene el conflicto comunicore que no es completamente esclarecido para nosotros.

4.- Pedro Pablo Kuczynski.- No es peruano pero hizo una gran labor por el país trabajando con Toledo, sinceramente no lo conocemos, no sabemos porqué confiar en él, se ve buena persona, no hay muchas espectativas.

5.- Ollanta Humala.- Definitivamente una persona por la cual No vamos a votar, no sé si hacemos bien o no, siempre lo involucramos con el presidente de Venezuela y es claro que no queremos un gobierno como el suyo (sin libertad de expresión), no creemos en sus palabras y pensamos que su gobierno será absolutamente igual al de Venezuela, sería completamente absolutista a nuestro parecer y creemos que está envolviendo con sus promesas a las personas un tanto más ignorantes que nosotros (no queremos ofenderlas). Si fuera el único candidato votaríamos nulo.


Argumentando todo esto, sé que no estoy definiendo mi postura ante cuál candidato votar, pero es que en el transcurso de la campaña política, espero poder esclarecer mis dudas y que el próximo presidente, fuese quien fuese haga lo mejor para nuestro Perú y no lo mejor para él (o ella).

miércoles, 9 de marzo de 2011

Entre soñar y despertar

Cómo cambia mi semblante cuando advierto la realidad,
alicaída y pensativa divago en un piélago de dudas,

cómo es que todo cambió tan precipitadamente,
como si el tiempo quisiera ganarle al haber,
quién está a cargo de las tradiciones, la inocencia y los valores,
cómo distingo el agua de la fantasía en pleno desierto,
quién traerá las virtudes que el ayer proporcionaba.

Deambulando por mi casa,
ayer mas bonita que hogaño,
exploraré hasta divisar:
el antaño de mis sueños
o solución a mis desvelos;
pero reposo eterno no concilio
sin haber culminado mi designio.

Estoy entre despierta y adormilada, llega a mi razón:

qué grande y bonita es mi casa,
aquí todos somos inquilinos,
sólo algunos la asistimos,
la gratificación está sufriendo de ausencia,
y el juicio de demencia,
a este paso cualquier figura
evidenciará ante el hombre más cordura.

Cambio mi posición, se suscita un giro por autoreflejo,
tal impacto de mi caída despabiló mi reflexión,
no pedí llegar a esta casa pero tampoco quiero salir de ella,

cómo cambia mi semblante cuando advierto la realidad,
alicaída y pensativa divago en un piélago de dudas,

errantes en mi casa,
pesquisidores de lo cierto
con tan exiguo tiempo.